domingo, 17 de enero de 2016

RINDIENDO LO PERSONAL SE RETORNA AL CIELO +

   Cuando uno está cansado de veras de luchar por las cosas del mundo... Derrotado y vuelto a levantar innumerables veces para volver a caer aun más hondo; lacerado por circunstancias hostiles y magullado por traiciones inesperadas; hostigado por deseos de fatigoso empeño buscando unos sobrevalorados goces de minúscula duración; derrumbado por los embates de inclementes tempestades; hastiado de adulaciones y riquezas que giran a desprecios en la pobreza; apedreado por cegueras que devuelven los ciegos golpes por uno también, en su ignorante altivez, dados; desdeñado o tenido en cuenta según intereses de ajeno provecho; agraviado por opiniones que separan y excluyen; desilusionado de ilusionarse con ilusiones de futurista fantasía... Sí, amigo/a, cuando uno está harto de hacer el idiota batallando por sueños particulares que siempre traen finalmente, después de cuatro éxitos de muy pasajera duración, desfallecimiento y pesar, enfermedad, ruina, soledad y muerte, es cuando ha llegado el momento de rendirse, de abandonar el apego a la historia personal con humildad y consciencia, con paciente esperanza de perdón, renunciando la arrogancia y la vanidad del ego, aceptando la propia ignorancia y abriéndole el alma a Dios con fe.

   Sólo rindiendo con auténtica confianza nuestras vidas a la providencia divina, hallamos descanso y bendiciones, encauzándose nuestro rumbo hacia la dicha genuina, hacia la inefable paz de espíritu, por la bondadosa misericordia de la gracia. Una vez uno se ha determinado a despertar del sueño de la muerte para reencontrar la verdadera naturaleza de ser, la mente se torna receptiva y humilde, poniéndose ha disposición de reconocer, atender y seguir a la Voz interior que habla por Dios... ahora, sí, la mente, está convencida de que sólo siguiendo esa silente pero rotunda Voz íntima, a través del estrecho sendero del presente libre de juicios del pasado y de sueños futuros, en la inocencia reencontrada, alcanzará el recuerdo del Cielo en un renacer a la vida eterna y la santidad.

   Este alcanzar el Cielo se consigue mediante la rendición, soltando esa idea particular que pretende imponer férreo control a la propia vida, al dar por sentado que la identidad personal -corpórea y finita- es nuestra verdadera identidad... para que, así, sin presupuestos ni opiniones, mediante el perdón total de los juicios personales, pueda resplandecer la certeza de que somos espíritu y no carne... Luz infinita... Llenura de ser... nunca pesadez, temor, combate, tristeza, enfermedad o muerte.

   Se nos revela con claridad el camino al Cielo una vez se han rendido definitiva y completamente todas nuestras armas y todas nuestras defensas junto a todas nuestras ganas de batallar, merced a la Divina Providencia; y, amparados por la luz de la Verdad, que Dios nos puso en el corazón del alma, podemos caminar sin temor a extraviarnos; ahora es imposible perder el rumbo, porque la senda que nos muestra la luz de la Verdad aparece clara ante nosotros según la transitamos rendidos y confiados, hermanados y solícitos, sin distraernos con las cosas del mundo y sus vanidades.

   Todo se resuelve felizmente, tras la dolorosa derrota del mundo, con un sincero: Padre hágase tu Voluntad y no la mía. Entonces todo cobra sentido y la victoria sobre la muerte queda consumada...
porque
se alcanza la Paz cuando se perdona el miedo.
Se alcanza la Libertad cunado se sigue al corazón.
Se alcanza la Verdad cuando se suspende todo juicio.
Se alcanza la Felicidad cuando uno se conoce a sí mismo.
Se alcanza el Amor cuando uno se hace indiviso con su prójimo.
Se alcanza la Realidad cuando se contempla la unicidad de lo eterno.
Se alcanza la Plenitud cuando uno se sabe y se siente en comunión con Dios.

KHAAM-EL



Vuelve al Cielo rindiendo tus ansias de querer vencer en el mundo,
porque éste no es sino un infierno que espeja egoísmo.
Sólo dividen los que se sienten escindidos en su interior.
Sólo luchan los que temen perder. No reflejes miedo o te perderás en él.
Ya es hora de rendir el ego y su dolor a Dios y Su misericordia.
Ya es tiempo de regresar al Amor.






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