
Isaías, 56:7
Entra en el templo interior que hay en tu corazón para ser traído al santo monte de la adoración. Experimenta su amplitud, su silencio reverente y calmo, su anchurosa y sosegada espaciosidad, su alzada mira hacia lo santo. Sé meditada oración en él. Sé contemplativa acción, o reposada dación, desde él... Quédate en la Casa de adoración y Dios te alegrará por siempre.
Allá adonde tú te encuentres serás Templo Vivo, Cumbre Amorosa, Jubilosa Expresión, porque Dios Mismo en ti se complace, y te da para que des sin dosificación ni medida, para que alegres con Su Alegría, para que bendigas con sus infinitas bendiciones, para que invites con tu entrega y devoción, a todo aquel que esté cansado del valle de lágrimas, a la honesta y confiada entrega al Santo de los santos... al Altísimo, al Inefable e Incognoscible, al Magnificente, al Eterno y por siempre Pleno... a la Divina Unicidad.
No justifiques más tus llantos y quebrantos. Ríndete al que no conoce la lucha, al Dios de Amor y Vida. Sé feliz con Él en Su/tu Hogar santo y comprende que servirle a Él es ganar, porque con Él es imposible experimentar pérdidas o sufrir derrota alguna. Déjate guiar, permítete ser traído hasta la cima de la santidad que Dios te garantiza, y vive en perfecta paz y completa dicha.

Anchúrate en Dios, para que Él, a través de Su Santo Espíritu, te muestre lo infinito en el templo interior de tu alma.
Anchúrate en Dios, para que Él, a través de Su Inconmensurable Amor, te traiga a lo eterno; a tu bendito y feliz Hogar en Su Ser.
KHAAM-EL
Confía en el más Alto: DIOS...
Y ¡vive en la Alegría!
Y ¡vive en la Alegría!
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